Sin lugar a dudas es la fachada barroca más bella de nuestra ciudad, con unos bonitos juegos de luz y sombra debidos al movimiento de esa ornamentacion barroca. Inicialmente perteneció al hospital-asilo de "inválidos menesterosos", la iglesia que nos ha llegado fue realizada en el segundo tercio del siglo XVIII y se encuentra en los límites del Campo Grande, lugar de asentamiento de diversos conventos. Todavía mantiene su belleza, aunque algo alterada por la mole de ladrillo que tiene justo al lado. ¿El progreso?
Dando una vuelta por los límites del Campo Grande uno se da cuenta perfectamente de como han sucumbido casi a la vez muchos conventos de nuestra ciudad. Bien sea por el Paseo de Zorrilla, el de Filipinos o la Acera de Recoletos, la piqueta causó estragos en nuestro patrimonio entre los siglos XIX y sobre todo el XX.
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