Se encuentra en una de las calles con más encanto de nuestra ciudad (mi favorita, quizá) como es la de Santo Domingo de Guzmán, que nos evoca por su estrechez original como serían las calles del antiguo Valladolid conventual al que me vengo refiriendo. Nos ha llegado en buenas condiciones y todavía ocupa un gran solar sin ceder demasiado ante la especulación inmobiliaria.
Recomiendo la visita de estos conventos femeninos ya que son los que mejor mantienen el ambiente original de la ciudad antigua, y por la gran riqueza artística que poseen. Además en este caso las monjas elaboran unos dulces excelentes.
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